sábado, 28 de mayo de 2016

Presentación libro Quito por la Independencia

PRESENTACIÓN DEL LIBRO QUITO POR LA INDEPENDENCIADE LEONARDO BARRIGA LÓPEZ

BOLETÍN  QUINCENAN° 05 DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA
 9 de marzo del 2016


El Dr. Jorge Núñez Sánchez, en la apertura del evento, planteó: Este acto tiene una singular  importancia, cual es la presentación pública de este libro de Leonardo Barriga López titulado  “QUITO POR LA INDEPENDENCIA, obra de madurez de un intelectual reputado desde su juventud, que dedicara gran parte de su vida al servicio diplomático del Ecuador y a la educación  superior en el nivel de postgrado, y que ahora nos regala el sazonado fruto de un trabajo de investigación de muchos años.

Rememoró los recuerdos sobre los inicios de esa gran amistad: Conozco a Leonardo Barriga desde hace muchos años y exactamente desde que, a fines de los años sesentas sigloventinos,  partici con él y su hermano Franklin en la Asociación de Escritores y Artistas venes del Ecuador (AEAJE), de la que ellos fueron grandes animadores, y asistí poco después, en 1973, al memorable lanzamiento de su obra conjunta Diccionario de la Literatura Ecuatoriana, que mar un hito en el conocimiento de las letras nacionales. De ahí proviene la alegría que me ha provocado la lectura de este libro, que se suma a la anterior obra intelectual de tan admirado amigo.

Y agregó: Pero mi emoción intelectual ha sido motivada por  el  libro mismo, que se enmarca en el esfuerzo de comprensión historiográfica que ha emprendido nuestra Academia Nacional de Historia, como parte de su remozamiento vital. Y es que la tarea del historiador debe ir  más  allá  de  citar  unafechas  simbólicas  y  unos personajes epónimos, para enfocarse en la explicación de los hechos y la comprensión de los fenómenos.

Encuentrque  el  esfuerzo  revisionista  de  Leonardo Barriga va a ser muy enriquecedor para nuestra historia, tan llena de falsos héroes, de gentes de ocasión y hasta de  personajes dignos de la picaresca y es que en la historiografía,   al igual que en la vida real, han predominado       y          pervivido        finalmente       las gentes poderosas, sobre todo aquellas que dejaron una familia importante, cuyos miembros se encargaron de elevar a los  altares  de  la  nación  a  su respectivo  antepasado, aunque se trate a veces de una figura deleznable, que no resiste el análisis de un estudio serio y documentado”.


Analizó las características de lo que la historiografía denomina revisionismo histórico, porque  buena parte de su preocupación esta enfilada a revisar, cuestionar y rebatir documentadamente viejas o antojadizas interpretaciones de la historia nacional. Y lo que lo coloca por encima de otros esfuerzos similares es, sin duda, la seriedad de los argumentos del historiador,  que no se limita a dar opiniones contrarias a las existentes, sino que respalda esas opiniones y esos planteamientos cuestionadores en documentos y fuentes históricas poco conocidas, que él ha encontrado en archivos ecuatorianos y extranjeros. Esto me lleva a recordar a Fernand Braudel, quien afirmó que historiador no es el que sabe, sino el que investiga.

viernes, 27 de mayo de 2016

Rulfo y su vigencia











RULFO Y SU VIGENCIA

Leonardo Barriga López


“No tenía ganas de nada.
Sólo de vivir”
Juan Rulfo.

Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría; pues ella estaba por morirse y yo en plan de prometerlo todo. «No dejes de ir a visitarlo -me recomendó-. Se llama de otro modo y de este otro. Estoy segura de que le dará gusto conocerte.» Entonces no pude hacer otra cosa sino decirle que así lo haría, y de tanto decírselo se lo seguí diciendo aun después que a mis manos les costó trabajo zafarse de sus manos muertas.

Rulfo, el de “Pedro Páramo” se hallaba a mi lado, silencioso, parecía cansado por el largo viaje. Juan José Arreola, su compatriota, exponía el tema que debíamos abordar, fluidamente, sin que nadie logre hacerlo callar.  Germán Arciniegas, famoso aquí y allá por su “Biografía del Caribe”, sonreía burlón; Herberto  Padilla habló del tema propuesto y de los duros años de prisión por no coincidir con el régimen de Fidel Castro; la relatora María Esther Vásquez pugnaba por limitar las exposiciones de los escritores que asistimos a ese Encuentro Internacional que se celebró en abril de 1985, en Buenos Aires, mientras Delfín Leocadio Garasa, ensayaba como Secretario de la Mesa sus mejores conocimientos taquigráficos.

Rulfo mantuvo una escaramuza verbal sin importancia conmigo por el tema de la cultura oficial que se discutía; pero, de allí no pasó, al contrario su silencio se transformó en la palabra amable y de camaradería. La prensa porteña destacó la obra de aquel extraño y silencioso autor de dos pequeños grandes libros: “Pedro Páramo” y “El Llano en Llamas”, las más conocidas.

Quería estar solo, le conturbaba su popularidad y el afán sensacionalista de los medios de comunicación; lejano al mundo que lo rodeaba, como si fuese un personaje espectral escapado de su obra mayor, cabalgando en mitad de la noche poblada de fantasmas. Tal vez presentía su cercana muerte. (1986).

Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, nació el 16 de mayo de 1917.  Descendiente de un aventurero español que arribó a México, su vida estuvo plena de adversidades; la guerra cristera le dejó sin padre y sin familiares cercanos.  Su infancia la pasó en un orfanato; años más tarde haría sus incursiones en la literatura sin abandonar sus oficios, de viajante vendiendo llantas para automóviles y luego como empleado en la gobernación de Guadalajara y otros sitios oficiales.  Su labor más importante fuera de la literatura fue en el Instituto Nacional Indigenista. Varios premios le fueron concedidos. Notable fotógrafo. En 1953 aparece “El Llano en Llamas” y en 1955 “Pedro Páramo”, que lo consagrara mundialmente. “El Hijo del Desaliento” fue la novela que nunca publicó, sólo un “avance” de su texto apareció en la Revista Mexicana de Literatura. “El Gallo de Oro, 1980,  “En la Madrugada y otros relatos” y “Para cuando yo me ausente” (1983). En 1986 fue su  ingreso final a las páginas  de su “Pedro Páramo”. Allí mora con sus fantasmas. De acuerdo con datos del Fondo de Cultura Económica en 1980, editorial que tenia la exclusividad para la publicación de los dos libros, circulaban en México  más de un millón de ejemplares de sus dos libros, que, a lo que debe añadirse ediciones piratas de la misma. La obra ha sido traducida a más de cincuenta idiomas.

Yo imaginaba ver aquello a través de los recuerdos de mi madre; de su nostalgia, entre retazos de suspiros. Siempre vivió ella suspirando por Comala, por el retorno; pero jamás volvió. Ahora yo vengo en su lugar. Traigo los ojos con que ella miró estas cosas, porque me dio sus ojos para ver: «Hay allí, pasando el puerto de Los Colimotes, la vista muy hermosa de una llanura verde, algo amarilla por el maíz maduro. Desde ese lugar se ve Comala, blanqueando la tierra, iluminándola durante la noche». Y su voz era secreta, casi apagada, como si hablara consigo misma... Mi madre.
-¿Y a qué va usted a Comala, si se puede saber? -oí que me preguntaban.
-Voy a ver a mi padre -contesté.
-¡Ah! -dijo él.
Y volvimos al silencio.

El Presidente argentino Raúl Alfonsín, ese gran demócrata, nos recibió en la Casa de Gobierno,  a una treintena de escritores con motivo de la realización de la Feria Internacional del Libro y nos solicitó que actuemos como “interlocutores válidos” en los respectivos países “sobre los problemas económicos que se viven en el cono sur”, aspectos de la realidad económica argentina y la búsqueda de un diálogo constructivo entre las naciones del Norte y las del Sur.

Roberto Castiglione, quien había dirigido el encuentro internacional y la Feria del Libro afirmó que la situación de Argentina no es diferente a la que padecen otros países latinoamericanos, al tiempo que destacó los esfuerzos que estaba realizando su gobierno democrático por superar esas dificultades. Roa Bastos acotó que también en su país se sufren los efectos de la crisis económica y que las inquietudes son comunes en toda Latinoamérica.

Según recogió el diario “Tiempo Argentino”, de 13 de abril de 1985: “Asistieron al encuentro entre otros el mexicano Juan Rulfo, el uruguayo Mario Benedetti, el colombiano Germán Arciniegas, el paraguayo Augusto Roa Bastos, el chileno José Donoso, el estadounidense Sidney Sheldon y el ecuatoriano Leonardo Barriga López, quienes fueron acompañados por el argentino Ernesto Sábato y por el secretario de Cultura de la nación, Carlos Gorostiza. Concurrieron también a la reunión con Alfonsín la española Ana María Matute, la italiana Dacia Mariani, la estadounidense Susan Sontag, la sudafricana Elsa Jouvert, el mexicano Juan José Arreola, el ecuatoriano Gonzalo Almeida; el boliviano Néstor Taboada Terán y Carlos Messa Gisbert, del mismo país; el colombiano Juan Cobo Borda, el venezolano Denzil Romero, el paraguayo Elvio Romero, la chilena Volodia Teitelboin, el soviético Julian Semionov, los cubanos Heberto Padilla, Jorge Timossi Corbani y Eduardo López Morales, el francés Paúl Verdevoye, el búlgaro Arjentisnky y el alemán Nowdtny.También autoridades de la Feria del Libro encabezadas por el presidente de su comité ejecutivo, Roberto Castiglione, quien informó a la prensa sobre los resultados del encuentro.

Sentí el retrato de mi madre guardado en la bolsa de la camisa, calentándome el corazón, como si ella también sudara. Era un retrato viejo, carcomido en los bordes; pero fue el único que conocí de ella. Me lo había encontrado en el armario de la cocina, dentro de una cazuela llena de yerbas; hojas de toronjil, flores de Castilla, ramas de ruda. Desde entonces lo guardé. Era el único. Mi madre siempre fue enemiga de retratarse. Decía que los retratos eran cosa de brujería. Y así parecía ser; porque el suyo estaba lleno de agujeros como de aguja, y en dirección del corazón tenía uno muy grande donde bien podía caber el dedo del corazón.

Juan Preciado, busca  a su padre Pedro Páramo, llega a Comala, aquel submundo en donde la realidad y la ficción se entremezclan en aquellas extrañas  ficciones en donde la muerte es sinónimo de vida. Juan Preciado tiene igual destino que los habitantes de Comala, muere sin abandonar su sino. Pedro Páramo, igual que el hijo desfallece en la muerte, en historias en las que  el novelista interviene comunicando a la obra una estructura compleja sin una aparente cronología, cortada en fragmentos, pero que al final confluyen en un gran todo, que deja al lector abrumado, sumergido en aquel gran sueño rulfiano, tratando de imaginar aquellos personajes muertos que comunican al lector extrañas vivencias de un fatal destino en aquel pueblo abandonado. En la polvorienta aldea solo yacen las animas de los muertos, “que murieron sin saberlo” Pedro Paramo, el cacique es el responsable de la violencia. Yace con los demás personajes fantasmales contando sus historias.

Gustavo Fares Profesor Asociado de Español  de la Universidad Lawrence de Appleton, Wisconsin, en interesante estudio sobre la obra y vida de Rulfo, nos introduce en el extraño y fatal destino de familiares del escritor, que entiendo  su memoria sirvió de base para su obra literaria. Su padre, dice Fares, Juan Nepomuceno Pérez Rulfo, fue asesinado por la espalda en Paso Real la noche del 9 de junio. Casi todos sus tíos paternos murieron trágicamente: Jesús en un viaje, en el barco "San Juan", donde venía con su hermana Rosa chocó de frente con otro barco; Jesús cedió su salvavidas a su hermana y murió ahogado. David cuando andaba a caballo cayó y el animal le cayó encima rompiéndole los huesos. José, jefe de Policía, fue a apaciguar a unos hombres que se hallaban  en una riña, uno de ellos le vació la pistola en el estomago. Rubén, en una fiesta, fue asesinado.  Luis fue el único que murió tranquilo en su cama. El escritor vivió con su madre en Sayula, Estado de Jalisco, hasta que ella muere. (College Board, La obra de Juan Rulfo http://apcentral.collegeboard.com/apc/members/courses/teachers_corner/22547.html) 


 “Pedro Páramo”, la obra que llevara a la fama a este autor, resume toda una gran etapa histórica de su país y de su propia vida, aunque él en varias oportunidades negó que fuere una obra autobiográfica. El libro construido en el mejor estilo cinematográfico de “flash back”, revela la etapa  histórica del México revolucionario, la angustia de sus habitantes ante la violencia y el desamparo, con la injusticia por doquier y que solo perjudica a los de abajo, en un mundo en donde la realidad y la ficción conviven en forma tal que el testigo del acontecimiento pierde la noción y el real sentido del hecho en sí; como si éste respondiera a extraños designios del destino que desencadena el fenómeno de la vivencia humana.

Rulfo emplea varias técnicas en su novela, ya utilizadas por Joyce, Faulkner y Proust entre otros importantes autores, en libro que se deja leer y releer, sin abandonarlo en su lectura. Recuérdese que Gabriel García Márquez escribió, recordando su primera lectura de “Pedro Páramo”: ... “… Álvaro Mutis subió a grandes zancadas los siete pisos de mi casa con un paquete de libros, separó del montón el más pequeño y corto, y me dijo muerto de risa: ”Lea esa vaina, carajo, para que aprenda”; era Pedro Páramo… Aquella noche no pude dormir mientras no terminé la segunda lectura; nunca, desde la noche tremenda en que leí “La metamorfosis” de Kafka, en una lúgubre pensión de estudiantes de Bogotá, casi 10 años atrás, había sufrido una conmoción semejante. Al día siguiente leí El llano en llamas y el asombro permaneció intacto…”

Novela escrita en 67 fragmentos. Allí están todos: Pedro Páramo, Juan Preciado, Dorotea, Eduviges, Damiana y Donis, Dolores Preciado, la esposa del cacique; Bartolomé San Juan, el padre Rentería, revolucionario; Susana San Juan, Toribio Alderete; Fulgor Sedaño ahorcando a Toribio. Abundio, Florencio, el doctor Valencia,  Justina. “Este pueblo está lleno de ecos tal que estuvieran encerrados en el hueco de las paredes o debajo de las piedras”. Novela de muertos que hablan de su vida. Se divide en dos partes, recreando a sus personajes: el diálogo en la tumba entre Juan Preciado y Dorotea; en la segunda, la de Pedro Páramo. Mueren todos estando muertos.

El calor me hizo despertar al filo de la medianoche. Y el sudor. El cuerpo de aquella mujer hecho de tierra, envuelto en costras de tierra, se desbarataba como si estuviera derritiéndose en un charco de lodo. Yo me sentía nadar entre el sudor que chorreaba de ella y me faltó el aire que se necesita para respirar. Entonces me levanté. La mujer dormía. De su boca borbotaba un ruido de burbujas muy parecido al del estertor.
Salí a la calle para buscar el aire; pero el calor que me perseguía no se despegaba de mí. Y es que no había aire; sólo la noche entorpecida y quieta, acalorada por la canícula de agosto. No había aire. Tuve que sorber el mismo aire que salía de mi boca, deteniéndolo con las manos antes de que se fuera. Lo sentía ir y venir, cada vez menos; hasta que se hizo tan delgado que se filtró entre mis dedos para siempre.

Jorge Volpi, prologista de una de las ediciones del libro asevera:

“Pedro Páramo es una respuesta evidente y aún más: una liquidación y una puerta abierta- a la novela de la Revolución mexicana, de Azuela a Guzmán, y a la novela cristera, pero también representa un diálogo igualmente fructífero con Kafka, Hamsun o Faulkner. Y, por encima de ello, la propia novela no se plantea esta cuestión: todo aquel que se atreve a leerla, como todo aquel que decide adentrarse en Comala, no sale indemne de la experiencia. Tras haberla leído, tras haberla escuchado, ahora nosotros también estamos contaminados con la muerte y ello, acaso, nos otorga una nueva vida”.

La crítica ha tenido sus puntos de vista divergentes. Al aparecer Pedro Páramo se dijo que era una obra incompresible, que no se la podía leer por su fragmentación e inusual sintaxis; que inclusive se la había ayudado en su redacción por varios compañeros de trabajo, uniendo las historias que había imaginado Rulfo, además de otros anatemas surgidos de la pluma de sus compatriotas. Solo años más tarde, ante el éxito de Pedro Páramo se vuelve a releer El Llano en Llamas y a destacar la literatura de este importante autor.

De acuerdo con Françoise Perus, especialista francesa en literatura latinoamericana, en los cuentos de “El Llano en Llamas” y en su novela “Pedro Páramo”, Rulfo no hace literatura, sino que genera un discurso sobre la literatura, es decir, crea literariamente, que es una cosa distinta. Rulfo no fue un escritor improvisado y su arte narrativo es absolutamente pensado en todas sus dimensiones e implicaciones. (La Jornada, 27 de diciembre de 2012, México)

Roberto García Bonilla, en el diario “Siempre”, (26 de enero de 2013, México), advierte que en “Pedro Páramo”,  se “evoca una obra identificada con el habla lacónica y áspera de sus personajes; con la pérdida, la orfandad, la búsqueda, la concentrada interioridad anímica, la violencia social y psicológica que acompaña a la condición humana. Más que signo del ser, la muerte es una circunstancia sempiterna del estar en el mundo ya sea un valle de los pesares o sencillamente la inocultable compañia de la vida como trayecto terrenal y la existencia regida por los oráculos de la memoria”.  

“Ésta es mi muerte», dijo.
El sol se fue volteando sobre las cosas y les devolvió su forma. La tierra en ruinas estaba frente a él, vacía. El calor caldeaba su cuerpo. Sus ojos apenas se movían; saltaban de un recuerdo a otro, desdibujando el presente. De pronto su corazón se detenía y parecía como si también se detuviera el tiempo y el aire de la vida.
«Con tal de que no sea una nueva noche» , pensaba él.
Porque tenía miedo de las noches que le llenaban de fantasmas la oscuridad. De encerrarse con sus fantasmas. De eso tenía miedo.
«Sé que dentro de pocas horas vendrá Abundio con sus manos ensangrentadas a pedirme la ayuda que le negué. Y yo no tendré manos para taparme los ojos y no verlo. Tendré que oírlo, hasta que su voz se apague con el día, hasta que se le muera su voz.»
Sintió que unas manos le tocaban los hombros y enderezó el cuerpo, endureciéndolo.
 -Soy yo, don Pedro -dijo Damiana-. ¿No quiere que le traiga su almuerzo?
 Pedro Páramo respondió:
-Voy para allá. Ya voy.
Se apoyó en los brazos de Damiana Cisneros e hizo intento de caminar. Después de unos cuantos pasos cayó, suplicando por dentro; pero sin decir una sola palabra. Dio un golpe seco contra la tierra y se fue desmoronando como si fuera un montón de piedras”.

La denuncia en la obra de Rulfo, la guerra cristera y otras similares en Latinoamérica, está todavía presente; con una reforma agraria fracasada, con un estado semifeudal del campesinado, con la pobreza en la villa miseria, con los indigentes que pululan en las calles de la urbe su mendicidad y desesperanza; esperando, siempre esperando, que las condiciones de su vida cambien definitivamente.

Nuevamente recurrimos a García Márquez quien al comentar la obra de Rulfo finaliza en su estudio: “He querido decir todo esto para terminar diciendo que el escrutinio a fondo de la obra de Juan Rulfo me dio por fin el camino que buscaba para continuar mis libros, y que por eso me era imposible escribir sobre él, sin que todo esto pareciera sobre mí mismo; ahora quiero decir, también, que he vuelto a releerlo completo para escribir estas breves nostalgias y que he vuelto a ser la víctima inocente del mismo asombro de la primera vez; no son más de 300 páginas, pero son casi tantas y creo que tan perdurables como las que conocemos de Sófocles”. (http://www.portalalba.org/).

Rulfo es un escritor que apareció con el siglo.  Su pasión nos retrotrae a los más elementales sufrimientos e ilusiones humanas, en un mundo silencioso y de resignación que es el punto vital de la obra.  El mágico entorno de esos personajes que van y vienen en el tiempo, confluyendo hacia los viejos cauces, a las raíces, en mensaje que abruma e inquieta.  Desaparecido ya por las circunstancias del existir cotidiano, desde su creación nos asiste iluminado.  Su silencio es la voz de los comprometidos con la tierra.

Bibliografia

Fares  Gustavo, Critica Reciente
Peavler, Terry J. "Perspectiva, voz y distancia en El llano en llamas." Hispania 3.69 (1986): 845-52.
Roffé, Reina. Autobiografía armada. Buenos Aires: Corregidor, 1973.
Pedro Páramo. México: F.C. E., colección "Letras Mexicanas", 1955 (Primera edición).
Rulfo, Toda la obra. Colección Archivos 17. México: Centro Coeditor, 1992.
Inframundo. El México de Juan Rulfo. México: Ediciones del Norte, 1983. Primera edición, 1980.
Barriga López Jorge, Crónicas y Ficciones,
Volpi Jorge, Pedro Páramo, Descripción del producto
Pedro Páramo. Prólogo de Jorge Volpi,  2001 El Mundo, nº 24. Col. Las 100 mejores novelas en castellano del siglo XX, nº 22




En la foto:
Reunión de Escritores en Buenos Aires, abril de 1985. De izquierda a derecha: Leonardo Barriga López, Germán Arciniegas y Juan Rulfo