miércoles, 8 de mayo de 2013

ALEGRE PUÑADO DE PLATA


“ALEGRE PUÑADO DE PLATA” DE MIGUEANGEL RENGIFO.
Por Leonardo Barriga López

Aquí, la llanura impávida y fría y al frente el Cotopaxi mirándose en las aguas de la laguna. Más allá la “Chilintosa”, la roca inmensa, entre las rocas, arrojada por el gigante enfurecido en una de sus erupciones centenarias. Más acá Mulaló*, el pueblo somnoliento casi en mitad de la explanada. Mirando desde lo alto de la cúspide nevada se divisan las dehesas, las tierras labrantías de colores: amarillas, verdes, grises y rojizas. Muy cerca en los pliegues de las faldas del coloso pacen caballadas y toros salvajes, tal vez lobos y osos que no han sido exterminados a nombre del progreso. Y allí en la aldea centenaria, en mitad de la ruralia, en aquel antiguo tambo, en Joseguango, ha encontrado el autor, joven y valioso investigador su verdad, aquella que es inédita por recordarnos la presencia del pequeño terruño, que intuyo es parte de sus grandes recuerdos.
Miguelangel Rengifo Robayo emprende en una investigación centrada hacia un nuevo mirar de los acontecimientos históricos, aborda con mérito propio la historia social de pueblos casi olvidados, inmersos en la soledad de su angustia frente al coloso Cotopaxi, el cual cíclicamente casi ha destruido físicamente la urbe, más sus habitantes montañeses y necios frente al desafío se encuentran allí impertérritos desde siglos desafiando a la naturaleza, recorriendo su camino de soledades, roturando, sembrando la tierra azotada por vientos milenarios.
Pero preguntamos: ¿Qué es la historia social?, ¿ Cuál es su definición?.
Por historia social se entiende, según Albert Soboul el "estudio de la sociedad y de los grupos que la constituyen, en sus estructuras como desde el ángulo de la coyuntura, en los ciclos como en la larga duración". Como asevera Theda Skocpol la sociología histórica es "una continua tradición de investigación sobre la naturaleza y efectos de estructuras a gran escala y de procesos de cambio de largo plazo".
De acuerdo con Philip Abrams “el intento de entender la relación entre acción humana, personal o colectiva, y organización o estructura social como algo que se construye de forma continua en el tiempo”, es decir, un engranaje articulador de las aproximaciones sociológica e histórica al estudio de las sociedades y de las relaciones sociales. Se trata, entonces, de un análisis sobre "grandes estructuras, largos procesos y enormes comparaciones" (Charles Tilly).
Digamos que la historia social investigada por Rengifo estudia parámetros relacionados con la compleja sociedad del Mulaló y Joseguango de antaño, de su espacio rural y el entorno citadino, la población y la familia. Los vínculos existentes entre agricultura e historia, frontera agraria, latifundio y poder rural, los antecedentes históricos de un pueblo y sus orígenes en función de formas de asentamiento y el origen de aquella sociedad vinculada estrictamente con la tierra. Sus fiestas……Sus habitantes que cuentan una historia, su propia historia, en el que la memoria local fusiona tiempos, objetos y personajes, evidenciando sus propias necesidades identitarias y sus propias concepciones, en donde el viernes santo conjuga de nuevo la pasión según la tradición popular y mística con personajes parroquiales que rememoran la pasión del Mesías en medio de soldados y plebe, cucuruchos, los ladrones, Jesús camino del calvario y obviamente pueblo que sigue curioso la remembranza. Tal vez podría ser la más auténtica de las representaciones de semana santa por su raigambre popular frente a la devoción católica de un pueblo que convoca a residentes nativos del lugar así como a quienes siendo mulalenses se han alejado del lugar natal en busca de nuevos aconteceres. Pobladores que en la historia de la conquista incaica y que luego de la gran batalla contra Tupac Yupanqui, fueron desperdigados como otros del Reino de Quito, hacia otras latitudes, mitimaes conversos que retornan a la tierra de sus mayores en busca de sus orígenes.
El libro excelentemente editado  e ilustrado profusamente, investiga y recrea la historia de esa región de la provincia, la historia social o historia viva, en estudio inédito que bien lo quisiéramos para otras regiones del país o de Cotopaxi: los orígenes del antiguo pueblo que se convierte en una lucha por su supervivencia; Joseguango que en su etimología propicia el nombre a la obra de Rengifo: “Alegre puñado de plata”; los ancestros indígenas y los caminos que llevaban a la capital imperial del Cuzco; los jesuitas y franciscanos en la región; su rica toponimia derivada de múltiples lenguas indígenas; la fiesta de la Capitanía de la Santísima Cruz, manifestación religiosa y del folclore de la región que ha venido perdurando en el tiempo; la batalla del gran Capitán Don Eloy Alfaro en el Chasqui en la jurisdicción de Mulaló; las festividades pagano- religiosas en Joseguango y la construcción de la capilla de la Santísima Cruz; los deportes de los lugareños, sus bandas de música, priostes e invitados; la jocha, los jochados y jochantes; la cocina de la fiesta; soldados y loantes, finalizando el viaje de tan importante obra con una reminiscencia de la cultura Yumbo y las Yumbadas, el disfraz de los monos de la fiesta popular de la región mulalense. La historia colorida por dentro y fuera, con el Cotopaxi vigilante en sus páginas, su joven autor rememora las vivencias pretéritas de sus antepasados  en Joseguango, posiblemente las suyas cuando expresa con calidez no exenta de tristeza: “Mis antepasados, abuelos y padres, vivieron un tramo mínimo de la historia de esta tierra. Auparon su esfuerzo por mejores días sumados al brío de cada uno de los hombres y mujeres que merecen el significativo de hijos. Luego su éxito los bordearía, como a otros a salir del pueblo y forjar mejores jornadas en las ciudades”..
Sin duda alguna existe en la obra de Rengifo ese enfoque social que le permite no ser historiador de cafetería, puesto que sus fuentes son vivas, están allí, sin que puedan ser escritas rememorando un pasado o como indica adecuadamente Franklin Barriga López en su Enciclopedia de la Provincia de Cotopaxi: “Los historiadores que en reducidísima escala han incursionado por estos predios- salvando excepciones muy notorias- se han preocupado exclusivamente de copiar lo que ya estaba escrito por otros hombres que para hacerlo les costó los sacrificios y los desvelos propios de una tarea de investigación de esta clase. No se han preocupado, enfatizamos de servirse del documento existente para seguir sondeando el venero de la tradición, de leyenda, de palpitación vital de los pueblos de antaño o del actual que guarda en su haber riquísimos filones ideológicos”.
Todavía está la huella de los libertadores con el Mariscal Sucre y su ejército de alucinados pernoctando el tambo, cruzando el Chasqui con rumbo a la gloria de Pichincha. Varios mulalenses se habrían sumado a la jornada heroica.
Conozco a Miguel Ángel Rengifo como suscitador de cultura en la Universidad de Cotopaxi y en su provincia. Joven y con todas las ganas de continuar adelante en su empeño, como lo fuéramos ayer los de “Galaxia”, aquel grupo de intelectuales que desenterró a la cultura no solo del lugar natal sino también del país con su actividad comentada nacionalmente; que permitió una búsqueda que esperamos sea continuada por el autor de este valioso libro, en esta época en la cual dependemos más del pensamiento ajeno que del propio y en donde el libro ha sido secuestrado en su lectura y trascendencia por nuevos valores como el internet, formidable arma del conocimiento universal, que no subestimamos, que la valoramos, pero que hará posiblemente que nos convirtamos en un futuro no lejano en analfabetos funcionales, es decir aquella persona, que como asevera  Alvin Toffler en la (La tercera ola) “que no sepa dónde ir a buscar la información que requiere en un momento dado para resolver una problemática concreta. La persona formada no lo será a base de conocimientos inamovibles que posea en su mente, sino en función de sus capacidades para conocer lo que precise en cada momento».
La geografía humana es base de la historia, allí están los pueblos y su circunstancia, su vida inquieta de soledades y de triunfos, su ruralidad manifiesta que muchas veces es ignorada por los actores citadinos que estiman ver en la historia social un enfoque populista, sin que adviertan ese legado del cholerío y mestizaje que es único en América Latina, con sus propios giros idiomáticos que en lenguaje sin el corsé de la gramática conforma el significado de la vida diaria, de las cosas elementales que en nuestro pueblo adquieren importancia y notoriedad de campesino que sabe quién es, cual su ancestro dentro de una existencia que gira como un remolino, en donde el tiempo no trascurre está allí en el volcán altivo y sus respuestas. Saludamos este esfuerzo de Miguelangel que cual  Buonarroti quiere esculpir en la memoria colectiva la historia de su pueblo…

* En mi larga estadía en Colombia pude visitar el otro Mulaló, en el Valle del Cauca, que por su similitud de nombre me recordara con nostalgia el sitio epónimo de mi provincia. Dicho antiguo Corregimiento y mercado de esclavos del Municipio de Yumbo, rememora la presencia de Simón Bolívar, que pernoctara en la hacienda Mulaló. Según la tradición el Libertador llegó en dos ocasiones a descansar en dicha propiedad, el 25 de diciembre de 1822 y 25 de diciembre de 1829. En su estadía tuvo una hija con Ana Cleofé Cuero, una hermosa esclava, la que fuera bautizada el 26 de diciembre de 1829 en la capilla de la hacienda, en presencia de su padre, el Libertador Simón Bolívar, quien solicitara que se le diera el nombre de Manuela Josefa Bolívar Cuero, cuya acta de nacimiento y algunos rastros de la esclavitud se encuentran actualmente el museo de sitio. Además de la hija se rememora el recuerdo de “Palomo”, el caballo del Libertador, que se halla enterrado al lado de la capilla junto a un ceibo centenario. Sus herraduras y otros objetos también se exhiben el museo.